No era la primera vez que Felipe oía el mensaje del Evangelio. Numerosos grupos de misioneros cristianos habían visitado Los Plancitos, una remota aldea guaymí de Costa Rica. Pero en lugar de oír un mensaje de esperanza, Felipe escuchó uno de condena.
La tribu guaymí (también llamada ngöbe) vive en gran medida apartada de la sociedad moderna. Un pueblo tranquilo y rural, es uno de los grupos indígenas más antiguos de Centroamérica, y aún conserva su cultura distinta y rica como lo ha hecho durante siglos.
Parte de esta cultura, es la creencia de que cuando una pareja vive junta es tan vinculante como una licencia de matrimonio firmada - algo que los misioneros visitantes no podían entender.
Escuchar el Evangelio
Pero cuando el misionero de Missions Door Marvin Cabrera se presentó en Los Plancitos, en lugar de decirle a Felipe que tenía que abandonar esta práctica y adoptar una estructura matrimonial tradicional, primero compartió el Evangelio con él. Esto impactó a Felipe porque esperaba escuchar más de lo mismo. En lugar de eso, oyó hablar de la gracia salvadora de Jesucristo y de que Dios le amaba tal como era.
Durante el año siguiente, Marvin y Felipe estudiaron juntos la Biblia, y por primera vez Felipe se sintió amado y respetado. Al final del año, Felipe aceptó a Cristo y regresó a su pueblo natal de Altos de Río Claro para evangelizar y fundar una iglesia.
En la actualidad, 25 aldeanos se reúnen todos los domingos para adorar y estudiar juntos la Palabra de Dios.
"Tuvimos problemas para llegar a la comunidad de 40 personas donde estaba Felipe", dijo Marvin. "Pero gracias a que un líder vino a Cristo, pudo llegar a todo su pueblo y más allá".
Adorar juntos al Señor
Marvin ha seguido sirviendo al pueblo guaymí en Altamira, compartiendo las buenas nuevas de Cristo mediante el desarrollo de programas sociales y ayudando a construir una nueva iglesia.
En julio de 2015, el sonido de los martillos y la animada charla llenaron el aire mientras un equipo de trabajo de la Iglesia Real de Aurora, Colorado, trabajaba junto a Marvin y los creyentes guaymíes para ayudar en la construcción de su iglesia.
Sus rostros se llenaron de sonrisas al ver cómo el suelo de tierra se cubría de hormigón y los bancos, antes podridos, se sustituían por cómodos asientos. Lo que antes era un cobertizo vacío se estaba transformando en un edificio donde podían adorar juntos al Señor.
Continuación del ministerio a la tribu guaymí
Los sueños de Marvin no se detienen en el edificio de la iglesia.
Las aldeas guaymíes son tan remotas que no tienen escuelas secundarias para los niños, lo que dificulta su formación.
Marvin está en proceso de comprar un terreno donde construir viviendas en las que puedan vivir adolescentes guaymíes, para que puedan terminar el instituto y aprender a mantenerse mejor a sí mismos y a sus familias.
Su apoyo a Marvin y su ministerio continuará extendiendo la enseñanza de la Biblia y la evangelización en Costa Rica y la comunidad Guaymí.