La Historia de Guatemala: Cómo Dios usó a una familia para impactar a una nación para Cristo y Su Reino

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¿Cómo actúa Dios en nuestro mundo? A lo largo de la historia, Dios ha llamado y capacitado a personas corrientes para que le sigan y tengan un impacto en el mundo con la proclamación de la Buena Nueva de Jesucristo.

La historia de Guatemala no es diferente. Una familia de Guatemala tiene este testimonio, ya que sus obedientes pasos de fe abrieron la puerta para que miles de personas recibieran el don del Evangelio. Todo comenzó cuando Otto y Rosa de la Cruz aceptaron el llamado de Dios en 1990 para plantar una iglesia en Belice. Durante tres años, el Señor les estuvo preparando cuidadosamente para lo que les esperaba, y finalmente les llevó a regresar a su país de origen, Guatemala. Nadie podría haber esperado el éxito del ministerio que Otto y su familia introdujeron en Guatemala, pero las obras milagrosas de nuestro Dios no tardaron en manifestarse.

"El primer año en Guatemala trabajamos sólo por fe", dice Otto. No tenían el apoyo financiero ni los recursos que necesitaban, pero él y su familia continuaron siguiendo la dirección del Señor con el consuelo de su amorosa gracia. Con la ayuda de algunos misioneros de Missions Door, pudieron adquirir los recursos y las habilidades de recaudación de fondos necesarios para seguir adelante... y el ministerio floreció.

La esposa y las cinco hijas de Otto han estado totalmente implicadas en el ministerio desde el principio. "Cuando empezamos en Guatemala, mis hijas enseñaban a los niños los sábados y domingos. Durante la semana salían a las comunidades para invitar a los niños a venir a conocer al Señor mientras mi mujer y yo llamábamos a las puertas para evangelizar a los adultos."

En los diez años siguientes, Otto y su familia plantaron 24 iglesias en todo el país. Después de otros 20 años, Otto y su creciente equipo de 250 líderes aumentaron ese número hasta la impresionante cifra de ¡40 iglesias en total!

Durante el proceso de plantación de iglesias, Otto y Rosa acogían equipos durante el verano. En un año normal, entre cinco y seis equipos de EE.UU. venían de visita y trabajaban en amplios proyectos de plantación de iglesias. Construían los edificios de la iglesia desde los cimientos hasta que la estructura estaba lista para que los miembros de la iglesia local le dieran los toques finales. Un edificio nuevo tardaba unos tres años en terminarse. Otto y su equipo han construido de principio a fin 34 iglesias y un seminario. "Fue un trabajo muy duro, pero fue una gran bendición poder interactuar con los grupos", recuerda Rosa.

Cuando llegaron los equipos, fueron recibidos y atendidos por la anfitriona más increíble: Rosa de la Cruz. Ella coordinaba la logística y se encargaba personalmente de que todos comieran muy bien. Recibió tantas peticiones de sus recetas que decidió escribir su propio libro de cocina, con uno de sus platos más famosos: los chiles rellenos.

Hay retos en el ministerio

El ministerio no siempre fue fácil, pero ver al Señor cumplir Sus promesas y Su anhelo de ver florecer Su Iglesia les recuerda a Otto y a su familia por qué hacen lo que hacen. Otto reflexiona sobre los muchos acontecimientos que tuvieron lugar para plantar las iglesias y hacerlas crecer hasta que fueran sostenibles. Dice que lo más doloroso es formar e invertir en pastores para que luego se vayan. "Es emocionante formar nuevos líderes y darles las herramientas para que puedan compartir el Evangelio. Pero por el camino, algunos abandonaban y teníamos que volver a empezar el proceso con otro candidato", dice.

Hoy, al seguir dando pasos fieles y permanecer firmes en las promesas de Dios, cada iglesia tiene un pastor.

"Los problemas forman parte del ministerio", afirma Otto. La época de confusión en la que nos encontramos ahora con el coronavirus también forma parte del ministerio. Otto y su equipo han visto al Señor moverse durante este tiempo y han encontrado formas de servirle.

Aunque la pandemia ha restringido los viajes y ha paralizado gran parte de las actividades ministeriales normales, Otto afirma que todos en sus iglesias han encontrado formas de satisfacer las necesidades de los demás y de nutrir a sus congregaciones. Los pastores pueden reunirse con sus miembros con las debidas precauciones y medidas de seguridad, y han podido distribuir alimentos y suministros a los más necesitados.

"Trabaja para Jesús", dice Otto. "No por lo que vas a conseguir, sino por lo que eres capaz de dar".

Bien hecho, buenos y fieles servidores

Después de 30 años, Otto y Rosa se jubilan. Qué les espera en esta nueva etapa?

Otto dice que puede pastorear una de las iglesias o seguir enseñando en el seminario, donde ya ha enseñado Teología Pastoral y Liderazgo Cristiano durante diez años. Sea cual sea la dirección que Dios les dé, están seguros de que seguirán eligiendo servir al Señor como han hecho tan bien durante muchos, muchos años.

"Si quieres ser misionero, pastor o maestro de la Biblia, primero debes entregarte al Señor", dice Otto.

Estas palabras y el testimonio de Otto y su familia seguirán resonando en Guatemala. Dios utilizó a una familia de siervos buenos y fieles para abrir la puerta a todo un país, y eso no es nada menos que un milagro.

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